jueves, 5 de julio de 2012

LOS DE ROJO

Unos tipos de pueblo, con la filigrana de una pelota y con el empeine, se han transformado en la daga afilada que destroza al enemigo, rematándolo, además, a muerte. Se han comido todas las redes a pelotazos, agujereándoles el orgullo una a una. Con resistencia numantina han llegado al cenit aplacando cada tempestad dejándola en un fuera de juego. Lo han hecho rodando y triangulando, con un fútbol fresco y estratégico que resiste al negocio de los fichajes de estrellas, esos luceros que se encienden con una mecha corta.

Así que ha triunfado un equipo del barrio, uno que juega entre cuatro esquinas de una calle y que rompe de un pelotazo el cristal de la vecina. Es el del grupito rojo y sudoroso que no detiene nadie en el endemoniado asunto del juego de la pelota; y además, con la obsesión geométrica en la cabeza, el cuadrilátero, han alcanzado el grial de la pelota.

Y entiendo su griterio, porque a veces he manoseado los manguitos de un futbolín.


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