miércoles, 26 de octubre de 2011

JUAN NORMAL

Juan Montañez es normal, sólo que no lo parece porque inventa formas con lo inverosímil elevándolo a teoremas de consciencialización. Las configura en un pedestal y allí arriba las transforma en emblemas, en símbolos que van más allá de lo material.

Juan normal pasa por encima de casi todo sin decir palabra, sin molestar. Vierte en el silencio sus ideas en formas de estructuras retorcidas en siluetas, y sin copiar ni siquiera el perfil de su boceto, recrea una sensación, una máxima. Algo que va más allá de una moraleja pues escala sus perfiles a las montañas del proverbio.

Juan normal, se saca un conejo de la chistera y crea un hamster desde unos tornillos y lo llama hombre. Así que, pegando soldaduras y roscas, cabrea a los que miran donde no hay nada, que es, precisamente, donde radica la fuente desde la que todo brota.

Juan normal, después, apunta con un filo hacia el cielo en forma de espada curvada, y a los remaches que la sostienen le pone el lema de juez, de aquel que decide sobre todos los demás. Debido a tanta arrogancia que conlleva la interpretación, con mucha decisión, le da un solemne bofetón. Eleva una idea al cielo y a continuación la hunde en la realidad sin inmutarse.

Juan normal es magia con imaginación, una fórmula inquietante y precisa. Formatea los metales y los pule del óxido que propaga sus erosiones, lustrando átomos y restaurando escarchas; después, los martillea en un yunque porque no acepta que sean chatarra, escombrera de vertedero. En un santiamén pasa del desecho al rehecho, ya que es un metabolizador del material plomizo y los engrandece desde los desperdicios del consumo. Es un alquimista que reinicia con genialidad todo lo que ya se supone no sirve.

Juan normal es el Alma metálica de la propia filosofía alquimista, es un poeta de latón moldeado a la forma perfecta, a la expresiva, aquella que una vez lograda es finalmente blanqueada. Ahí en donde esculpe el contenido de su mensaje haciendo un icono imperecedero, un legado al mismo centro de la mente, porque lleva el azufre en sus manos, llamas que le chisporrotean como los fuegos sagrados, sin pizca de humo ni arsénicos.

Juan normal presenta la Gran Obra desde un cáliz de sabiduría, vertiendo su contenido de combustión para que arranque otro despertar; con él, se toma consciencia del instante vital, de que en lo más desechable siempre aparece lo más entrañable: el arte del poder de transformar, el máximo secreto de la misma transmutación.

Juan normal, dicho todo esto, es, además, un verso libre como artista, y como amigo, un renglón perfectamente construido.

(A Juan Montañez, escultor y fotógrafo)

2 comentarios:

  1. Amigo Anthel, he re-leido este texto bastantes meses despues de ser escrito, te lo re-agradezco de nuevo, esta vez con más intensidad. Segun va pasando el tiempo nos damos cuenta del valor de los afectos, la importancia de la amistad, la trascendencia de estar rodeados de personas con similar punto de vista, que al mismo tiempo son ejemplo de respeto por las opiniones y experiencias de los demás. Vuelvo a leer tu texto y no me reconozco totalmente en el, parecieran letras inspiradas en una persona mucho mejor que yo. Si no pusiera mi nombre pensaría que van dirigidas a un hombre digno de admiración. Entiendo que la amistad tiene mucho que ver en tu generosa manera de describir, que me anima a continuar, a luchar día a día para que cada palabra que emites en este escrito se corresponda con la realidad. Gracias, Un abrazo.

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  2. De nada. Mantengo el texto en su integridad, sin quitarle ni una coma.

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