domingo, 6 de noviembre de 2011

MI TALISMÁN

Enterré el talismán cuando era niño y sigue ahí, debajo de unos palmos de tierra de bosque. Está a los pies de una colosal encina, una de esas altas y gruesas fagáceas señoriales que dan el fruto de la bellota, de las dulces y sabrosas. Iba a ver al frondoso árbol por las tardes y comía las bellotas que caían de sus ramas. Las masticaba con gusto partiéndolas con los dientes.

Fue en esa época cuando decidí que la encina sería el guardían perfecto de un secreto que transformé a tesoro. Que enterraría a sus pies el talismán de mi futuro dentro de una caja de hojalata, y que, en complicidad con el árbol, nos mantendría siempre enlazados. Me encargué de dar forma a la misión con convicción y propuse a todo el arbusto su dedicación. Desde que lo decreté, desde el primer instante que lo ideé, no dudé de su tronco ni de ninguno de sus ramales de hojas.

En la caja de hojalata metí tres cosas: un papel con una frase relativa a la escritura, un objeto relacionado con escribir y un color ligado a un sobrenombre. Recuerdo que introducir el color tuvo más dificultad, porque no sabía aún el tono ni lo apropiado que debía ser; sin embargo me arriesgué y acerté: fue el correcto. Seguidamente, excavé un agujero lo suficientemente profundo como para una semilla que tuviera que echar raíces.

Ahora lo cuento como si fuera para un pregón, ya que el tiempo ha sido el acertado aliado de mi convicción, ha sido el más aunado y fiel de aquella persuasión. Aquel compromiso entre el árbol y yo ha perdurado en todos los argumentos que nacieron a partir de enterrar el secreto. La paciencia de la encina para conectar mi talismán desde la caja de hojalata y hacia mis alejados confines por donde he estado, fuera a caballo, con una sota o con algún rey, me han dado el matiz de la tranquilidad; he visto cuánto saber hay en cualquier sensación, y que es posible mantenerla siempre viva y a un paso de perpetuarla hasta la inmortalidad.

La encina siempre me ha conectado con el talismán para que pudiera vivir peligrosamente en el borde de cada instante. Cuando se ha desmoronado todo a mi alrededor, cuando las puertas se han cerrado con pestillo más una cadena, me ha cubierto la situación con una próspera mentalidad. Incluso ha levantado barricadas para retener la confusión, me ha sacado de la cama y me ha dado el relevo empleando cualquier antorcha. Sinceramente, se comprometió en todo el recorrido a mantenerse en el pedestal del compromiso. La frondosidad de la fagácea no ha fallado.

Hoy puedo afirmar, que gracias a todo ello mi talismán me ha mantenido en la racha y a flote, pues con cualquier rama del árbol se han construido puentes sobre las aguas turbulentas, permitiéndome pasar al otro lado de cualquier parte. Ahora, con otro papel lo explico, con el objeto lo anoto y con el color lo expreso.

Y el talismán todavía sigue allí, en la caja de hojalata, y a los pies de la encina de mi niñez...

2 comentarios:

  1. Decia Mark Twain que nos alejaramos de aquellos que tratan de empequeñecer nuestras ambiciones, porque casi siempre esa gente pequeña intenta robarte el talisman de tus sueños, sin embargo la gente grande esa que raras veces te encuentras en el camino de tus aspiraciones , tus deseos,es la única que observa tu talisman y te dice que le frotes para que en el vuelo a lo desconocido puedas guiarte por el brillo que proyectará el sol sobre tu talisman cuando te acerques a aquello que viniste a hacer a este mundo.

    Personalmente, talismanes son aquellos deseos que residen dentro de ti toda la vida y al final ofreces como testigo a quien viene detrás de ti para que siga la ruta, o la senda de aquello que recorrimos y debe seguir siendo recorrido.

    Sigue así, y recibe un saludo de mi parte.
    Otra vez Cervantes II

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  2. Gracias Cervantes II. Una recreación bien inspirada son tus comentarios.
    Abrazos. A.B.

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