martes, 1 de noviembre de 2011

FELANITX (Isla de Mallorca)

Felanitx, como todo lugar importante, no existe. Cuando a su topografía le da el sol se diluye en el paisaje y aparece borrado de su lugar. Desde esa nada se empeña a seguir de pie como figura de un mausoleo desteñido, y a contra viento y marea emergen sobrevivientes que gritan tierra desde lo alto de su campanario.

Felanitx, reparte pedazos de la historia menos estéril de cuantas haya habido, entre ímpetus y locuras de soñadores. Un islote, lleva su emblema de bautismo a la desesperada por el santo alivio de haberse salvado en algún lugar inesperado, donde de bruces, se halló tierra para pisar.

Felanitx, tiene una leyenda que baila en espiral y está detenida en su pasado cotidiano; lleva contadas sus horas en el reloj de pared, está grabada en hojas de libros que planean como encolarse todas en el lomo de un caballo y galopar lejos para empezar otra ruta inexplorada.

Felanitx, en el día de hoy, tiene un grifo abierto que inunda de agua los pechos de mujer. La proporción de su belleza dibuja miradas encendidas entre los pliegues de la piel, deslizándose regueros de rocío que navegan sin carabelas por los hemisferios del sur.

Felanitx, de nuevo cruza el mar y un palomo marca la senda en el resbaladizo terreno de los hechos. Va en busca del otro lado de alguna parte, para nuevamente darse de bruces ante la inexplorable realidad: todo es un descubrimiento en el insondable mapa de los que desean encontrarse a sí mismos.

Felanitx, pinta cuadros sin pinceles rememorando así las gestas más sencillas; reescribe la historia con la punta de proa, con gestos anclados en palabras, con historias del café de barra libre, o con anécdotas de cada sentimiento a punto de llegar a su puerto.

Felanitx, como todo lugar importante, no existe; sin embargo, a pesar de estar olvidado hasta de los dioses del ayer, continúa teniendo genios que siguen caminando por sus calles

A Gabriel Mestre Oliver. (Felanitx, 14, Oct, 2011)

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