domingo, 25 de marzo de 2012

QUINCE AÑOS

 
Palabras de amor sencillas y tiernas, no sabíamos más, sólo teníamos quince años...


Hoy, esa quincena es una canción con tambores lejanos. Los de aquel año que no pasaba nunca, en el que se deseaba tener los dieciséis, o incluso, tener diecisiete para tatarear a bombo y platillo que eran casi los dieciocho.


Aquellos días de los diez más cinco, que sumados eran los quince años. La época del beso del nerviosismo donde el rubor se envalentonaba con el temblor; y que sin saberlo entonces, nos quedaría de cometa por el universo del recuerdo trepado a la memoria y a la magia del sabor.


Tanto ha sido su hechizo que es una preciosa tonada. La balada que tiene el encanto minucioso de la rachas del tiempo por la que viaja la vida tantas veces pasteleada, y otras, con creces devorada. Y todo empezó desde el cinco más cinco más cinco, que sumados, compusieron un tatareo armónico debido al candor de que sólo teníamos quince años; además, aún no sabíamos más.